Parecía que la llegada de Julian Nagelsmann al banquillo de la selección alemana daba un nuevo rumbo necesario para la anfitriona de la próxima Eurocopa, pero los últimos encuentros de la ‘Mannschaft‘ han vuelto a encender todas las alarmas.
Pese a que en sus últimos compromisos empezaron a cambiar el rumbo con victorias ante Francia y Estados Unidos, el nuevo parón ha vuelto a evidenciar las carencias defensivas de un equipo que no deja su portería a cero desde el amistoso ante Perú el pasado 25 de marzo.
Además, esta vez fue ante una Turquía que tomó el Olympiastadion de Berlín, no solo en el terreno de juego, sino también en las gradas. La afición turca llenó las gradas del estadio alemán para frustración de los jugadores alemanes, que aseguraron tras el partido estar contrariados con la situación.
Uno de los más críticos fue Thomas Müller, quien de forma irónica habló de ello tras el partido. «Queríamos mostrar a los fanáticos que están cantando por la bandera equivocada. ¡Nos encantó el ambiente!”.
Un hecho que no hace más que engrandecer una herida que ni Nagelsmann ha podido cerrar. «No avanzamos nada» aseguró el técnico tras el partido.
Lo intentó el joven seleccionador con varios cambio y algunas sorpresas, como la inclusión de Havertz en el lateral, pero tampoco funcionó. La línea defensiva comandad por el madridista Rüdiger volvió a hacer aguas por todos lados y la prensa clama a la espera de soluciones que no llegan a medida que se acerca el inicio de una Eurocopa en la que hay más que la obligación de cuajar un buen papel.
La tensión sube en Alemania. El martes, nuevo capítulo en Austria. Una nueva derrota podría acabar de encender las llamas de un incendio que no cesa por más remedio que se le busque.