Era el gol que anhelaba gritar toda Colombia, y llegó por partida doble ante el más formidable de los rivales. Electrizante, Luis Díaz tumbó este jueves a Brasil con dos certeros cabezazos sobre el final del partido que dedicó a su padre, libre y emocionado hasta el llanto en la tribuna del estadio Metropolitano de Barranquilla. A punta de desbordes y entrega, el extremo del Liverpool se reivindicó como un indiscutible en su selección, que nunca antes había vencido a los pentacampeones del mundo en las eliminatorias sudamericanas y que lo hizo remontando el tanto tempranero de Martinelli. La catarsis colectiva fue redonda.