Cuidado con la máquina del odio

Cuidado con la máquina del odio

Hace unas semanas escribí en esta misma columna que Colombia y los colombianos parecemos condenados a vivir bajo el techo de unos malos padres siempre dispuestos a ponernos a pelear, en lugar de llevarnos a conciliar. Siempre listos para hacer daño a unos con el pretexto de hacerle bien a los otros. Siempre bajo la tutela de unos presidentes quienes, insisto, deberían ser una suerte de buenos padres para todos, pero que sólo parecen interesados en imponerse a las malas, en lugar de servir para la construcción de una nación cimentada en el bienestar común.

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