Defensa del buen trato
Me encanta vivir en un país con un servicio sanitario público. Por eso me duele afrontar que en los últimos años haya tenido varias experiencias con doctores que me han hecho sentir humillada, impotente y, a veces, aterrorizada. Cuando acudes a una consulta médica lo haces desde una posición de vulnerabilidad, con miedo y desconocimiento. Y si eres mujer, esta vulnerabilidad muchas veces se dispara. En esa sala te encuentras ante una persona que conoce tu dolencia a la perfección y tiene en sus manos su sanación, pero si en vez de esperanza recibes juicios, insultos velados, procedimientos violentos e incómodos, culpabilización y un trato cruel se produce una brecha insalvable en tu confianza. La defensa de la sanidad pública no solo consiste en denunciar los centros de salud sin servicio, el agotamiento de facultativos o la falta de recursos, sino también en garantizar el trato respetuoso y la dignidad de los pacientes. Porque si nos olvidamos de lo más básico, de ser humanos, la lucha ya está perdida de antemano.