Degenerados: el arte que odió Hitler

Degenerados: el arte que odió Hitler

Los museos, esos recipientes de arte y de historia. Entrar en uno te puede deparar al mismo tiempo lo mejor y lo peor. El arte —el bueno— proporciona placer, y la historia, en una amplia proporción de sus épocas, proporciona horror. Por supuesto, lo mejor de la exposición El arte degenerado. El proceso del arte moderno bajo el nazismo, que acoge el Museo Picasso de París hasta el 25 de mayo, es la propia selección de pinturas y esculturas: 59 obras de toda una embajada del arte moderno del siglo XX, presentes en París gracias a los préstamos de numerosos coleccionistas privados y museos de Alemania, Francia, Estados Unidos, Suiza, España, Bélgica… Lo peor va incorporado en el mismo título de la muestra. Hitler y sus jerarcas llamaban así, “degenerados”, a los pintores expresionistas y a los cubistas, a los dadaístas y a los abstractos. A Picasso. A Chagall. A Matisse. A Kandinsky. A Klee. A Kokoschka. A Grosz. A Dix. A los del grupo Der Blaue Reiter (el jinete azul). A los del grupo Die Brücke (el puente). A tantos otros. A todos aquellos que no se limitasen a copiar de manera naturalista —y preferentemente en versión heroica— a los seres, los lugares y las cosas de la vida.

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