Los combustibles fósiles —el petróleo, el gas y el carbón— no solo son los principales responsables del cambio climático debido a los gases de efecto invernadero que emiten cuando se queman para generar energía. También expulsan unas nocivas partículas que golpean directamente la salud de los seres humanos y que cada año producen millones de muertes prematuras en el planeta. La buena noticia es que desengancharse de estos combustibles fósiles mejora la salud global, y salva vidas, como destaca el macroestudio The Lancet Countdown. Entre 2005 y 2020, las muertes anuales atribuibles a las partículas PM₂,₅ vinculadas a los combustibles fósiles pasaron de 1.437.000 a 1.212.000, es decir, se redujeron un 15,7%, según los cálculos que recoge el estudio que se ha hecho público este miércoles y en el que han participado 114 científicos y profesionales de la salud de 52 instituciones.
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