First Dates tiene como principal finalidad que sus participantes encuentren el amor o, al menos, empiecen a buscarlo. Con tantas citas a ciegas pasando por sus mesas, lo más probable es que alguno de los encuentros salga bien y que otros salgan francamente mal.
‘First Dates’ es un programa presentado por Carlos Sobera. Se estrenó en 2016, y tanto ha sido su éxito que ha sido proclamado como un programa de referencia de Cuatro. Los espectadores pueden disfrutarlo de lunes a viernes a las 21:05 horas.
Los comensales son los que se presentan delante de las cámaras, casi sin ningún tipo de filtro ni contraste. Y es que algunas historias son tan asombrosas que cuesta creer que sean verdad.
El programa junta a parejas en una cita a ciegas. Estos participantes mantendrán una conversación durante la cena en la que se conocerán y verán si realmente son compatibles o no. Al final del encuentro, decidirán si han tenido gustos afines y quieren seguir conociéndose, o si, por lo contrario, prefieren no saber nada el uno del otro.
Vanesa es de Colombia, y se vino a España en búsqueda del amor, para ella un buen pretendiente debe tener dinero y ser atractivo. Pero cuando Abel entró al restaurante quedó claro que su cita no era para ella, según le dijo a Matías, su estilo de vestimenta indicaba que no tenía mucho poder adquisitivo. «Horrible. Si hubiese sido feito, como era, pero usa ropa bien, me hubiese atraído un poco», llegó a confesarle al redactor del programa. «Me da pesar. No sé cómo él pretende que puede salir conmigo» ha insistido.
Entre que sus gustos no encajaban, y no aparentaba tener dinero, Vanessa se quedó agusto con él, cuando Elsa Anka quiso saber qué tiene que tener el chico para que le guste, ella fue clara: «La parte monetaria va muy ligada del amor. Dime tú vivir con un pobre arrastrado. ¡No vas a poder vivir feliz! Si es tacaño no vas a poder vivir feliz«. Algo que detectó en Abel nada más entrar por la puerta del restaurante.
«A mí, cuando un hombre me dice que la cuenta es a mitad, digo: ‘¿En serio?», le espetó y añadió: «No me gusta que me regalen chocolate ni cosas así. Me gusta que me regalen perfumes, relojes o ropa«, tanto interés por el dinero hizo que el soltero empezara a desencantarse con ella por su alto nivel de interés en el dinero de otros. Y en la decisión final ambos lo tenían claro, no querían una segunda cita.