El último culebrón del sector tecnológico, el despido y readmisión de Sam Altman como consejero delegado de OpenAI, está rodeado de misterio sobre un supuesto avance sensacional hacia la Inteligencia Artificial General logrado en la compañía. Esto pondría a Altman al nivel de Oppenheimer, el inventor de la bomba atómica: sería el impulsor de algo que cambiará nuestras vidas y los equilibrios globales. La IAG, la que añadirá una G a sus siglas, también llamada superinteligencia, nos llevaría la singularidad, el momento en que la creación supera a su creador. Casi nadie piensa que eso esté tan cerca como sugiere la empresa que lanzó el aún rudimentario ChatGPT. Pero ¿ocurrirá? ¿En qué plazo?
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