Los latinoamericanos nos hemos puesto de acuerdo en muy pocas cosas. El nuestro ha sido un continente dividido sin remedio desde siempre, pues en el espíritu de estos países han cohabitado desde el comienzo el afecto hacia los militarismos de toda laya, por un lado, y, por el otro, la admiración por las revoluciones que quieren echarlo todo abajo y construir un mundo nuevo. Ya saben ustedes: los sables y las utopías. Los dos fantasmas han estado allí desde el comienzo, como digo, pero reencarnaron de manera dramática en los tiempos de la Guerra Fría, ese medio siglo de países que se alineaban o se negaban a hacerlo, de lealtades trazadas por la ideología del Gobierno de turno, de ineluctables temperamentos nacionales. Y por todo esto digo que nos hemos puesto de acuerdo en poca cosa: las viejas ideas liberales y conservadoras, el barro con el cual se modelaron nuestras primeras constituciones, se han modificado con el paso de los años, pero solo para asumir disfraces nuevos. Por eso tenemos a veces la impresión de estar caminando en círculos.
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11 octubre, 2024