Que David Broncano se haya convertido en la última sensación de RTVE pocos lo vieron venir. Las polémicas a las que se enfrentó durante su fichaje auguraban, cuanto menos, un descalabro de proporciones inmensas. Incluso hubo quien planteó que ni alcanzaría a 4 estrellas, la serie a la que sustituye actualmente. Sin embargo, ya fuese por la novedad o el morbo, su debut con el surfista ciego Aitor Francesena dejó ojipláticos a sus grandes detractores: los 2.152.000 espectadores que congregó no sólo alegró a José Pablo López, el ideólogo de su traslado, sino que además logró plantar cara a El Hormiguero. Desde entonces, han iniciado una batalla por liderar el prime time que, por ahora, tiene a La Revuelta como vencedora: ha liderado tres de las cinco emisiones y, ojo, según los últimos datos, no ha encontrado su techo aún. Lo curioso es que Motos apenas se ha visto resentido. Una paradoja que tiene su explicación.
“A pesar de compartir franja horaria y un formato similar, ambos programas tienen estilos y públicos distintos. Mientras que El Hormiguero es más generalista y atrae a una masa heterogénea, La Revuelta resulta más específico y se dirige a un sector joven con humor ácido”, sostiene Marc Casasola, experto en audiencias. Según la compañía Kantar, la edad media del primero se sitúa en los 54 años, mientras que la del segundo en los 48. Asimismo, El Hormiguero arrasa entre los mayores de 65 y La Revuelta hace lo propio entre personas de 13 a 64.
Una fotografía que explicaría el éxito de dos espacios que, a pesar de la opinión generalizada, no están luchando por robarse seguidores ni invitados. De ahí que, justamente, El Hormiguero casi no se haya visto afectado con la llegada de La Revuelta: el pasado lunes, por ejemplo, reunió a 2.132.000 fieles, lo que se tradujo en 15,9% en estricta coincidencia. El programa de Motos se lanzó el 24 de septiembre de 2006 en Cuatro, donde permaneció hasta 2011, cuando Antena 3 adquirió los derechos. En total, lleva 19 cursos reinando de lunes a jueves gracias a personajes de alto voltaje como Will Smith, Paulina Rubio, Hugh Jackman, Elsa Pataky e Isabel Pantoja, que le dio su pico con 4.783.000 telespectadores. Por su parte, el de Broncano ha sobrevivido en la trastienda de Movistar Plus+, donde superaba sólo los 50.000. No obstante, su popularidad se fraguó a través de las redes sociales.
¿De dónde ha salido, entonces, el público de Broncano? Casasola da en la tecla: “Son seguidores que proceden de La Resistencia. Igualmente, ha atraído a jóvenes que, quizá, había abandonado la televisión convencional en favor de las plataformas de pago, ofreciéndoles una alternativa fresca y espontánea”. En su primera semana, promedió un 18,4% de share, lo que se tradujo en 7,5 puntos más respecto a la audiencia alcanzada por la serie 4 estrellas. Sin olvidar que RTVE ha subido 1,2 puntos de media, mejorando las cifras del Telediario encabezado por Marta Carazo.
El factor novedad
El gran perjudicado ha sido Carlos Latre, cuya intención era entrar en la pugna por la corona. Pero, vaya, cómo no, la falta de paciencia de Mediaset se lo ha llevado por delante. Y, bueno, que en el último episodio marcó un 3,6%. Todo influye. “A pesar de la entrada de nuevos agentes audiovisuales en los últimos años, la televisión lineal en abierto se ha mantenido como el medio que más tiempo ocupa en la vida de los españoles. Supone entre el 75% y el 80% del consumo diario frente a HBO, Prime Video y YouTube. Su fortaleza se demuestra en estos momentos con formatos que tienen la capacidad de reunir a bastante gente en un mismo instante”, relata Nacho Ávila, analista de audiencias de la consultora Dos30’. Por lo que no estaríamos ante un resurgir de la televisión tradicional, sino en una etapa de transición en la que atraer a nuevos públicos es posible. Algo que no se veía desde la irrupción de Netflix y compañía.
“A diferencia de El Hormiguero, que depende en gran medida de sus invitados para conquistar a la audiencia, La Revuelta se sostiene por la personalidad de su presentador y el estilo único de su equipo. Este enfoque, como se ha podido comprobar estos días, puede mantener el interés de la audiencia a largo plazo, incluso cuando la novedad se desvanezca”, continúa Ávila. Otra ventaja es la estructura: mientras que el primero parece guionizado de más, el segundo hace y deshace a su antojo. Si bien no significa que improvisen, delegan en Broncano la agilidad que Motos no tiene.
Un problema de envejecimiento
El siguiente paso es consolidar una propuesta que, aunque poco novedosa, ha sabido captar la atención de un estrato alejado del televisor. Y, por qué no, de otro más clásico que, parece ser, ha encontrado aquí una alternativa. Esta noche, se medirán por séptima vez. Un paso más para vislumbrar al nuevo rey del prime time. “La televisión lineal tiene un problema de envejecimiento, que se acentúa mucho en el caso de RTVE. El combate no ha hecho más que empezar, una semana no es nada para un programa diario. Pero los resultados son sorprendentes, superan las expectativas de los más optimistas”, dice Eduardo Madinaveitia, investigador de medios. Por tanto, a pesar del espejismo, es nada probable que se recupere la extinta tradición de cenar frente a un directo que, con mayor o menor celeridad, sin la presión del horario, estará disponible en la red a los minutos.
Esto no debe restarle méritos a la hazaña de Broncano y Motos, al contrario. Sólo ellos han conseguido recuperar cierta pasión por un canal que aquejaba agotamiento. “La televisión tradicional, que alcanzó su máximo en 2012, ha ido perdiendo adeptos a lo largo del tiempo. Ahora bien, mantenía un nivel importante. Es verdad que, en la última década, además de la audiencia que le quitaban las plataformas, había entrado en bucle con pocas novedades”, concluye Madinaveitia. “Puede que La Revuelta haya sido un revulsivo. O no”.