Aún no ha abierto el local y el rock ya suena a todo volumen. Es un jueves lluvioso por la mañana, y una decena de jóvenes vestidos con camisetas rojas y gorras del mismo color preparan el lugar para recibir a los “fans”. Así es como se les llama a los comensales en este restaurante de la Gran Vía, 44, donde desde temprano los trabajadores comienzan a cortar patatas y preparar el tocino para las hamburguesas de toda la jornada. Hace siete años aquí no se cocinaba nada. “En la planta baja había un banco y arriba una escuela de idiomas”, dice Daniel Agromayor (Bilbao, 54 años), responsable en España y Portugal de Five Guys. Hoy el sitio es parte de la historia de esta cadena de comida rápida estadounidense, pues ha sido el establecimiento pionero de casi una treintena que la firma tiene en España, donde ha logrado —tras la pandemia, una inflación desbocada y una incertidumbre creciente en el consumo— su primer año con las cuentas en positivo.