Griezmann no estaba. O eso parecía. Situado como interior, vagaba por uno de esos partidos en los que parece dosificar esfuerzos. Apenas había tenido trascendencia en el juego. Pero apareció cuando el empate a cero reinaba y el reloj apretaba con la hora de juego ya pasada y el Mallorca estaba bien encastillado. Se elevó Griezmann en el área para conectar un cabezazo precioso, lejano, por detrás del punto de penalti, que dirigió a la escuadra. Rajkovic ni se enteró. Emergió el delantero francés para ganar un partido que el Mallorca le hizo masticar al Atlético. Su aparición tuvo la oportunidad y la precisión de los futbolistas que están por encima de la media.
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11 octubre, 2024