Inés Rodríguez: “No soy ni niña ni tonta: solo tengo parálisis cerebral”
Son las 7 de la tarde de un día cualquiera de vísperas de Navidad y hace un frío que pela en Madrid, pero Inés Rodríguez se presenta a la cita en la Redacción de EL PAÍS tan fresca, con una blusa y un abrigo finito, que me sale sin querer el preguntarle si no tiene frío y que si le apetece un café para entrar en calor. Ella dice que no, gracias, atravesamos juntas un gélido patio hasta la salita donde charlamos y, ya allí, se arrellana y se relaja en una amenísima conversación trufada por las frases hechas de las construcciones verbales de la generación Zeta y la calidez de su acento canario. La falta de oxígeno que sufrió de bebé durante el parto le ha dejado una determinada forma de caminar y de hablar que se te olvida al minuto de estar con ella. Toda la rapidez motora y verbal que tal vez quisiera alcanzar y no llega, la derrocha en agilidad, estilo y velocidad mental. Da gusto verla y escucharla.
SIMPLEMENTE INÉS
Inés Rodríguez (Tenerife, 25 años) sufrió hipoxia de bebé durante el parto de su madre y, esa falta de oxígeno en el cerebro, le provocó la parálisis con la que convive desde su nacimiento. Sus padres, educadores, la han «mimado», pero no «sobreprotegido», según sus propias palabras. Después de estudiar Logopedia, se trasladó a Madrid, donde trabajaba en un centro de atención a personas con daño cerebral, como ella y mantenía una cuenta en TikTok desde donde contaba aspectos de su vida cotidiana, con humor y rigor, sin pelos en la lengua, para ayudar a la visibilidad y la normalización de la discapacidad. Hasta que uno de sus vídeos más radicales, y divertidos, se hizo viral y, ahora, colabora con el programa El Intermedio con una sección fija.
