Los ciudadanos de Irlanda, una isla que ha hecho siempre gala de ser país de acogida, se resisten a admitir que hasta sus orillas haya llegado la misma plaga ultra y xenófoba que recorre buena parte de Europa. “Que les jodan. Estos matones lamentables no nos representan. Ni hablan en nuestro nombre ni queman autobuses por nosotros”, ha escrito este viernes con rabia el analista Fintan O´Toole en las páginas de The Irish Times, después de una larga noche de violencia y fuego en el centro de Dublín, la capital del país. Muchos irlandeses prefieren identificarse con el trabajador brasileño de la empresa de reparto Deliveroo que atacó con su casco al sospechoso de apuñalar a tres niños y una mujer a primera hora de la tarde, frente a un colegio de primaria, que con los centenares de vándalos que se lanzaron a incendiar las calles y proferir gritos contra los inmigrantes. La policía ha detenido a 34 personas por los disturbios y saqueos en la ciudad. Las autoridades prevén nuevas protestas en los próximos días por lo que se reforzará la presencia de agentes en las calles.
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