Cuadrar las cuentas públicas en un contexto de desaceleración se asemeja a la cuadratura del círculo, sobre todo cuando el banco central, ocupado en la lucha contra la inflación, no puede echar una mano. Los gobiernos europeos no tienen más remedio que corregir los desequilibrios: compiten para que los mercados compren cantidades ingentes de deuda pública a un precio asequible. En el próximo año, el monto de bonos denominados en euros que vencen se eleva a cerca de 1,6 billones, con España representando un 12% del total. Además de renovar los bonos que vencen, los Estados tienen que cubrir las nuevas necesidades de financiación que surgen como consecuencia del déficit. Es decir, la oferta de bonos sube, al tiempo que la demanda del BCE desciende, ya que el banco central prevé deshacerse de buena parte de los bonos que había adquirido durante el periodo de abundancia monetaria y que llegan a vencimiento, por un total cercano a 250.000 millones en 2024.
Déficit
Según las previsiones de otoño de la Comisión Europea, el saldo de las administraciones retrocederá en cerca de medio punto de PIB, hasta el 2,8% en 2024, de manera que, habida cuenta de la ralentización de la economía, la política fiscal se puede calificar de contractiva. Pese a ello, los desequilibrios seguirían siendo más acusados que antes de la pandemia, particularmente en los países que ya arrastraban un elevado endeudamiento. El déficit superará el umbral del 3% en doce países, entre ellos Francia e Italia (4,4% en ambos casos) y España (3,2%).