Dos expresiones diferentes del universo de la protesta contra la ley de Amnistía se han dado cita este jueves, cada uno en su espacio, en los alrededores del Congreso. En la plaza de Neptuno, por debajo del palacio, la convocatoria que desde hace unos días tenía hecha Revuelta, la rama juvenil de Vox; y en la linde norte de la zona blindada por la Policía, una facción menos analógica, nacida del chateo por Telegram y Youtube en torno a un grupúsculo que se hace llamar Junta Democrática.
Abajo, 250 personas -recuento de la Delegación del Gobierno- han agitado con ira las vallas policiales cuando el recuento de votos en el hemiciclo daba la presidencia del Gobierno a Pedro Sánchez, obligando a los antidisturbios a reforzar el cordón policial con una veintena de agentes. Arriba, los reunidos con pancartas negras han silbado y abucheado a los diputados de izquierda que han querido salir por la zona.
Abajo han aparecido las primeras boinas rojas carlistas que se ven en los escraches, y arriba se gritaba un exótico «un bote, dos botes, oligarca el que no vote» junto a una estupefacta formación con estandartes rojinegros de Frente Obrero, pequeña entidad a la que los entendidos en extrema derecha sitúan en el ámbito del rojipardismo, o sea, izquierda nacional y socialista.
Más ruido que gente
Ha habido más decibelios que asistentes. Lo que se planeó como un rodea-el-Congreso ultra se ha quedado en una expresión «sin burbujas» -comentaba un antidisturbios con otro- por falta de masa. En total, Interior ha contado 450 asistentes. El incidente más grave ha consistido en el ataque a un grupo de diputados socialistas fuera del perímetro de seguridad. Por la mañana, unas personas les han arrojado huevos, alcanzando en la cabeza al turolense Herminio Sancho.
En la plaza de Neptuno, nuevamente han circulado los furgones y el autobús fletados por la plataforma ultraderechista Hazte Oír para insultar a Sánchez. Y, ulna vez más, con el relato del golpe y la dictadura como basamento argumental: en el bus, un enorme cartel acusaba al presidente de «dictador» junto a un fotomontaje de su cara con flequillo y bigote, para asemejarle a Adolf Hitler.
«Una noche más, nos vemos en Ferraz», ha gritado por su megáfono un miembro de Revuelta al término de la concentración sur. La convocatoria está repicándose en X y Telegram desde medio día. Fracasado el cerco a la cámara baja, inalcanzable ya el objetivo que los agitadores de redes sociales se planteaban de obligar a dormir en el Congreso a los parlamentarios, la protesta se cita para volver en la tarde en el cerco a la sede federal sociaista, allí donde ha logrado cristalizar y donde en la noche de este miércoles los más duros provocaron escenas de violencia retransmitidas a medio mundo.
Llevar las cargas policiales a las pantallas de televisión y de redes sociales, y protagonizar preocupadas alusiones del candidato y los portavoces parlamentarios en los discursos del debate de investidura han sido de momento los dos únicos réditos logrados por la protesta. En la noche de este jueves se verá, además, su vocación de permanencia.