Nada hace sombra a la futura sede del Banco Central de Turquía, una mole de 379 metros y 72 plantas de altura que se alza sobre el nuevo centro financiero de Estambul. Las vistas que ofrece desde su azotea parecen no tener fin y, pese a que la obra no está aún concluida, su construcción en menos de tres años es una de las mejores cartas de presentación con la que Limak podía aparecer en Barcelona para hacerse con la remodelación del Camp Nou. La constructora que los amigos Nihat Ozdemir y Sezai Bacaksiz fundaron en 1976 es hoy, con el accionariado ya en manos de sus hijos, el segundo gran grupo del sector en Turquía, con negocios que van desde la generación eléctrica a la fabricación de cemento, pasando por la gestión ya sea de infraestructuras como de hoteles, con una planta de 6.000 camas. El pasado ejercicio ingresó 4.200 millones de euros y obtuvo un ebitda de 820 millones.