La identidad de Messi se construye de muchas capas, como si a su metamorfosis futbolística le acompañara una evolución personal permanente.
El universo privado de Leo no ha cambiado mucho -se rodea del mismo entorno- pero sí su manera de comunicarse. En los últimos años su argentinidad, que siempre fue obvia, se volvió más extrovertida y sus estallidos de carácter más habituales.
El último Mundial escenificó el vínculo eterno con su país. Un final épico, con la consecución del título, pero también un Mundial que mostró al Messi que siempre anheló Argentina. El que había imaginado viéndole en el Barça, el mejor con el balón en los pies pero sobre todo el que se rebela ante la adversidad. Messi fue un líder reconocible. Menos inmaculado y más canchero, pero Argentina nunca quiso un héroe de perfil bajo.
El famoso “¡qué miras, bobo; anda para allá, bobo!” del Mundial mostraba un Messi pocas veces visto en Barcelona y su manera de tirar del carro de la selección emocionaba a los argentinos. Lo resumió Valdano: «Messi está maradoneando en este Mundial. Está mostrando la esencia del fútbol. Es fascinante verlo en estos momentos. No le sobra energía y tiene que explotar hasta la última gota de talento. El que no quiere a Messi, no quiere al fútbol».
El Messi más explosivo
El último episodio fue esta madrugada en Maracaná, ante Brasil, en una victoria histórica que estuvo llena de bronca. De nuevo con otra frase icónica. El «no jugamos» de Leo cuando vio que en las gradas los argentinos recibían cargas policiales.
Messi fue el primero en acercarse a la zona de los aficionados argentinos y avisó que se iban al vestuario si no paraban los altercados. Por el camino se encontró tuvo un lío con Rodrygo. «¿Cagones? Somos campeones del mundo», le tiró al brasileño mientras lo agarraba de la nuca.
En el partido anterior ante Uruguay también se calentó tras el gesto obsceno de Ugarte a Rodrigo de Paul en La Bombonera. «Prefiero no decir lo que pienso. Esta gente joven tiene que aprender a respetar a los mayores, tienen que aprender un poquito. Siempre fue un clásico intenso pero con mucho respeto”.
Messi ha tenido que llegar a la última etapa de su carrera para dejar de sufrir el peso de la selección. Ganar el Mundial fue su particular redención. Desde entonces, cuando lleva la camiseta de Argentina lo hace tan conectado a su pueblo que parece uno de ellos.