Precariedad, caraduras o simple tacañería: cómo las ‘apps’ están acabando con la generosidad entre amigos

Precariedad, caraduras o simple tacañería: cómo las ‘apps’ están acabando con la generosidad entre amigos

Últimamente, además de los fumadores, son los usuarios de Bizum quienes se agolpan a la salida de los restaurantes mientras envían dinero al amigo que acaba de pagar la cuenta de todos. “¿A quién hacemos Bizum?” se ha convertido en la pregunta más frecuente al terminar una comida o una cena y, al menos entre jóvenes, resultan exóticas, casi inimaginables, aquellas escenas como de novela de Rafael Chirbes: alguien saca la billetera y paga la ronda a toda la barra, también a los desconocidos; o se levanta en mitad de los postres, fingiendo que va al aseo, y le pide la cuenta a un camarero que, antes de entregársela, debe asegurarse de que esa persona ha sido la primera de su mesa en demostrar la intención de pagar. Parece una cuestión solo económica: paga quien puede, dividen quienes lo necesitan. Pero, como casi siempre cuando se habla —o se evita hablar— de dinero, las derivadas culturales son infinitas y la generosidad y la tacañería (o el despilfarro y la precisión) dependen casi tanto de la edad, la ideología y las tecnologías que use cada uno como del saldo en la cuenta corriente.

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