El Real Madrid tiene en estos momentos el dudoso título honorífico de club más cabreado del mundo.
En la asamblea anual de socios del Real Madrid, Florentino Pérez se quejó con palabras muy gruesas de la Liga, a la que acusó de “atentar contra el patrimonio del club” y “expropiar” una parte de sus derechos audiovisuales.
Dijo que el nuevo formato de Champions que la UEFA quiere implantar para la próxima temporada es “insólito y absurdo”, para rematar que “están acabando con el fútbol europeo”.
Cargó durísimamente contra el arbitraje, aquí y en Europa, y sembró graves dudas sobre el videoarbitraje: “Nadie sabe quién traza las líneas del VAR o qué frame se elige para ello.”
Tras la lesión de Vinicius este fin de semana, el club blanco ha deslizado su gran malestar con la FIFA y el calendario internacional, con la que ya puede decirse que en estos momentos el Real Madrid está en mala o pésima relación con todos los estamentos nacionales e internacionales, todo un récord para un club que tradicionalmente presumía de “señorío” y una imagen institucional impecable.
Lo más curioso de todo es que el único club con el que mantiene una asociación estable es el Barça, su ya único socio de esta patética Superliga, anunciada a bombo y platillo en su día, y de la que ya solo forman parte dos tristes equipos.
Pues bien, ni siquiera eso es suficiente para que el presidente del Real Madrid se reprima a la hora de atacar el Barça, y en la Asamblea volvió a hurgar en la herida del ‘caso Negreira’: “Es un caso de una enorme gravedad, no es normal que se hayan pagado más de 8 millones de euros”.
Ante estos ataques, lo máximo que ha hecho el Barça es dejar de ir a la comida de directivas, pero parece que no es suficiente como para abandonar definitivamente la idea absurda de la Superliga, un proyecto clínicamente muerto sin ningún futuro, en el que la única función que juega el Barça es justamente la de avalar al Real Madrid y a su presidente.
Y es que Laporta debe dar un portazo urgentemente a Florentino no solo porque le ataca sino sobre todo porque no le arrastre en su viaje hacia ninguna parte.
El Barça ha hecho un esfuerzo para recuperar sus maltrechas relaciones con la Liga, el propio Laporta limó hábilmente sus diferencias con Ceferin para evitar una sanción de la UEFA que hubiera resultado fatal, y en general ha sido bastante más inteligente que el presidente del Real Madrid en sus relaciones institucionales.
Dejar tirado ahora al Real Madrid en la Superliga ahondaría en su imagen de club refunfuñón, aislado y antisistema.
Las batallas quijotescas del Real Madrid contra el mundo entero no pueden tener el apoyo explícito o implícito del Barça. Si Florentino quiere tirarse por el precipicio, que lo haga solo.