Nada más recoger su cartera, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, pidió que, ante la llegada de la extrema derecha a las instituciones, se saliera a la calle este 25N para decir “nunca más”. Para luchar contras las violencias que sufren millones de mujeres en España, un país donde, según la Encuesta Europea de Violencia de Género (EEVG), publicada este mismo mes de noviembre, dos de cada diez mujeres de entre 16 y 74 años (más de 3.614.000) han sido víctimas de violencia física o sexual.
Como viene siendo habitual en el 8M, este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el movimiento feminista no marchará en una única manifestación. En Madrid hay convocadas dos en el centro: una por la histórica Comisión 8M, que ha organizado una convocatoria a las 18 horas desde la Plaza Carlos V en Atocha, y otra por el Foro de Madrid contra la violencia a las mujeres (Foro 25N) y el Consejo de las Mujeres, que parten a las 12 del mediodía de Gran Vía y Plaza de España.
La Comisión 8M, como «espacio del feminismo autónomo», ya había convocado diferentes movilizaciones y acciones por barrios y pueblos otros años, incluido 2022, en una clara apuesta por la “descentralización del feminismo” para facilitar la movilización de todas las mujeres. «Este año nos parecía que, un contexto de recrudecimiento global de las violencias y discursos antifeministas, teníamos que gritar que ‘se acabó’; que no podemos perder el pulso contra las violencias machistas ni contra los discursos que las sustentan», apunta a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, Eva Muñoz, vocera de esta Comisión, que cree que todo «refleja la realidad del movimiento feminista que siempre ha sido así».
“Nosotras siempre hemos apostado por que el feminismo sea un espacio que refleje toda la realidad y diversidad de las mujeres. Tenemos que interpelar el conjunto de la sociedad para acabar con las violencias, porque entendemos que es un problema estructural. Por eso, creemos que es necesario nombrarlas todas, así como las diferentes formas en las que estas afectan”, prosigue Muñoz. Porque, en opinión de la Comisión, «que todas suframos violencia no significa que esta sea para todas igual, ni que tengamos las mismas oportunidades para afrontarlas». Pone de ejemplo aquella mujer en situación administrativa irregular que sufre violencia sexual. O a la mujer trans o precarizada. Con ellas, y por ellas, marcharán este sábado.
Reunión para «romper el muro»
Por su parte, las organizadoras del Foro 25N han acusado a la Comisión 8M de «intento de boicot» y de «romper la unidad» con una marcha que, según han apuntan en un comunicado,»invade y obstaculiza» la suya. En un comunicado han defendido que llevan organizando la marcha del 25N desde 1997. Este año, sostienen, han tenido que renunciar a hacer su recorrido histórico por la tarde porque la Comisión 8M lo solicitó antes. Lo tachan de “estrategia de quienes buscan hacerse con el control de las movilizaciones sociales de las mujeres”.
El Consejo de las Mujeres de Madrid, entre otras organizaciones de ‘feministas históricas’ como Contra el Borrado, ya le han pedido a Redondo una reunión que “rompa el muro” que, dicen, tuvieron durante la última legislatura. Algunas de las voces que están dentro de ambas criticaron a la anterior titular de Igualdad, Irene Montero, por ‘romper’ la unión del feminismo. La tramitación de la ley trans, la abolición de la prostitución y los efectos de la ley del sólo sí es sí fueron los principales motivos de discrepancias entre este sector y el anterior Ministerio.
Un movimiento lleno de debate
Pero el debate siempre ha estado ahí. Es un componente intrínseco del movimiento, que a lo largo de su historia ha ido introduciendo nuevos temas y luchas, siempre con defensoras y detractoras. Por ejemplo, en 1970, Kate Millett introdujo el tema de la bisexualidad y lesbianismo en un reportaje de la revista ‘Time Magazine’. Las feministas de NOW, la organización creada por Betty Friedan, no se tomaron nada bien esta declaración pública, al entender que podía suponer la pérdida del prestigio. Ahora, sería imposible entender el feminismo sin lesbianas ni bisexuales
El trabajo sexual ha sido otro de los grandes temas de disputa, sobre todo entre quienes se consideran pro-derechos, regulacionistas o abolicionistas. También hay voces que claman la libertad para ponerse velo y otras que lo ven como un elemento opresor. Hay feministas negras, como Mikki Kendall, que aseguran que mientras las mujeres como ellas tienen que estar pendientes de que no se las discrimine por el color de su piel o por su cabello, el feminismo blanco tiende a centrarse en luchas como la forma de convertirse en CEO. Una agenda, opinan, que poco les representa.
Pese a que todas ellas tienen en común el objetivo de acabar con las violencias machistas, y que ponen en valor que sea un movimiento en el que continuamente se piense y se debata para avanzar, en los últimos años las fricciones en el movimiento en España son más visibles que nunca.
Una ministra con perfil bajo
Para la activista y política Beatriz Gimeno esto tiene que ver, fundamentalmente, con la llegada de Podemos a las instituciones. «Siempre ha habido debates muy intensos, y siempre hemos sido capaces de encontrar los puntos comunes. Pero en el momento en el que Podemos arrebata el papel institucional al partido socialista, hay una parte no la lleva bien”, opina.
Gimeno no cree que la vuelta del Ministerio de Igualdad al PSOE sea, precisamente para recuperar esa voz institucional que habían perdido, y que Podemos fusionó con el feminismo no institucional. Más bien opina que han buscado a alguien con un perfil bajo tras una legislatura con una ministra que ha hecho cosas que “han molestado”. Algo que, opina, es precisamente lo que tiene que hacer el feminismo: pisar callos y molestar.
Sin embargo, no cree que lo hecho se deshaga. Ahora, pone el valor en que se siga visibilizando las violencias machistas, algo que ha costado mucho. También espera que se cumpla todo lo dispuesto en la ley del ‘sólo sí es sí’, que va mucho más allá de la definición de consentimiento. Eva Muñoz asegura que ellas estarán a pie de cañón para asegurarse que así sea, ya que temen que Redondo no se enfrente a comunidades y ayuntamientos donde gobiernan PP y Vox, que continúa negando la violencia de género.
Gimeno, por su parte, lamenta que no se llegue a puntos en común para que las marchas vayan juntas, ya que opina que, aunque no desvirtúe el día, sí que genera desafección entre mucha gente. «Tengo amigas que han decidido no ir a ninguna porque están un poco enfadadas de que no sean capaces de llegar a un acuerde de mínimos. Eso creo que quita fuerza y contenta a los enemigos del feminismo«, asegura.