L., de 20 años, buscaba trabajo en una aplicación de ofertas de empleo un día de mayo de 2016 cuando encontró un puesto muy bien pagado. Era un trabajo un poco extraño, camarera en un spa nudista. Necesitaba el dinero, así que contactó con Raquel, la persona que había publicado la oferta. Esta le trasladó su solicitud a su supuesto jefe, Óscar, que explicó a L. las características del puesto y los honorarios. En esa primera charla, el jefe le pidió una foto de sus pechos para comprobar si era apta para el trabajo y concertó una cita con ella en un spa en la zona del barrio de Ventas, en Madrid, para el 1 de junio. L. no lo sabía, pero la necesidad le había hecho caer en las garras de un depredador sexual en serie, que en esa supuesta entrevista de trabajo la manoseó y la intentó penetrar mientras le decía que se tranquilizara, que solo quería comprobar si era apta para el trabajo. Ella huyó y él se despidió asegurándole que ya la llamaría porque había obtenido el empleo.
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