Lo que evidenció de forma incluso reiterativa el debate de investidura fue la centralidad de la agenda social del Gobierno de coalición para los próximos años: la minuciosidad enumerativa de las políticas ya adoptadas y el detalle sobre los numerosos planes del futuro Gobierno eran la mejor manera de transmitir para qué van a servir los votos de los 179 diputados y el efecto real y práctico que tendrá impedir el acceso al poder de una coalición que incluiría necesariamente los votos de la ultraderecha, como sucede ya en comunidades y ayuntamientos. Resistirse a acordar una amnistía significaba el riesgo de ver subir un peldaño más institucional a una ultraderecha que está comiéndose por dentro la confianza de los conservadores en sus propias fuerzas (quizá incluso contra el perfil natural de la mayoría de sus votantes, al menos de fuera de Madrid). Volvió a acertar Aitor Esteban: el motor del PP está gripado por usar aceite Vox.
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